lunes, 14 de febrero de 2011

CONFIRMADO:LOS DINOSAURIOS VIVEN.

Ni en sueños me podía imaginar, que cómplices de tanta inmundicia nos proporcionarían la evidencia empírica e incuestionable de que, detrás de todos estos crímenes, está vivo el nacional-catolicismo.
No tengo, afortunadamente, el disgusto de conocer a Francisco Bejarano, personaje que debe ser alguien muy reputado en su entorno, pero del que hasta ahora no habíamos oído hablar. Si la muestra que me ha llegado sobre “Niños robados” es el nivel máximo al que llegan sus neuronas es comprensible que su fama no alcance más allá de un círculo adocenado de adeptos incondicionales. No voy a perder mi tiempo en reproducir algo que se descalifica por sí mismo. Pero quiero hacer unas cuantas puntualizaciones que, no sólo le vendrán muy bien como detergente cerebral a este personaje, sino por extensión a una pléyade de ciudadanos (es un decir) cegados por los contaminantes excrementos de esa invasión que nos atosiga, la plaga de gaviotas pardas.

Lo que la derechota más reaccionaria denigra (la mal llamada Ley de Memoria Histórica, para ser más exactos la 52/2007) como una mala norma, estamos casi todos de acuerdo, pero por razones muy distintas. Para los reaccionarios que añoran los tiempos de la cruz y la espada hermanadas en aquél invento del nacional-catolicismo se trata de algo abominable por suponer remover el fango de un charco que sus correligionarios colmataron con sangre de inocentes ciudadanos, y eso siempre es peligroso sobre todo para los que se consideran con toda legitimidad herederos de aquellos lodos. Por el contrario para los que queremos un país que suelte de una puñetera vez el lastre que nos sigue haciendo, desgraciadamente, tan distintos a países que sí han sabido limpiar sus vergüenzas patrias, esa Ley parida con fórceps por intransigencias varias es una vergüenza por insuficiente y, asómbrense esas lumbreras, ¡innecesaria!. En un país decente habría sido labor de un adecuado Defensor del Pueblo.
Si en España hubiese habido un mínimo de altura intelectual en su derecha (no hay que ir muy lejos para encontrar muestras de conservadores inteligentes que no juegan con ventaja ni pretenden siempre patrimonializar el poder a toda costa) y un poco más de sincera valentía en su izquierda, el Estado habría asumido desde 1976 un papel autónomo y sin pagar forzados peajes al franquismo sociológico que siempre ha estado y sigue estando ahí. Para muestra tenemos a nuestro personaje. Ese papel protagonista estatal habría implicado: sacar bajo su autoridad legítima de las cunetas a todos los ciudadanos inhumados ilegalmente; juzgar a los culpables de crímenes de lesa Humanidad; restituir sus patrimonios robados a ciudadanos que ningún delito habían cometido (salvo los montajes artificiales de los golpistas y sus acólitos); e iniciar una investigación general sobre los robos de niños en las cárceles, primero, y después en las maternidades por médicos criminales. Estamos hablando de delitos gravísimos, penados en el Derecho Internacional, e imprescriptibles mientras no aparezcan los raptados, enfermeras y personal religioso cómplices.
Para estos corifeos de la infamia el robo de niños no pasa de ser, como este personaje enfatiza, un hecho menor que en todo caso arrancaba a esos niños de un destino nefasto para llevarlos a familias ricas y dignas. Ni en sueños me podía imaginar, cuando intuí este horror nacional, que los mismos cómplices de tanta inmundicia nos proporcionarían la evidencia empírica e incuestionable de que, detrás de todos estos crímenes, está vivo el nacional-catolicismo. Por lo visto las enloquecidas teorías de Vallejo-Nájera tienen fervientes seguidores, para vergüenza de los que aseguran que los dinosaurios fueron extinguidos, ingenuamente, por una panacea llamada transición. Como nos llama incultos, he preferido firmar con una parte de propia traza académica, incompleta por brevedad.
Francisco González de Tena
Doctor en Filología y doctor en Sociología.
http://adoptadosbilbao.blogspot.com
http://adoptadosbilbao.blogspot.com/2011/02/confirmado-los-dinosaurios-viven.html

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