sábado, 1 de septiembre de 2012

LA IGLESIA CATÓLICA ESPAÑOLA

Nada ha resultado tan pernicioso para el desarrollo y el ser de España como la Iglesia Católica. Hablamos de la iglesia como poder, como institución que viene arrastrando y ocupando un poder político desde los tiempos medievales a nuestros días. Poder igualmente económico que oculta, bajo catecismos y normas inmorales que ella pretende religiosos, una avaricia basada en el juego de intereses, el empleo de la fuerza o la persuasión según las necesidades y posibilidades que nos muestra el curso de la historia, y poder ideológico para mantener sumida, alienada, sujeta a sus dogmas, a la mayor parte del pueblo.
Pero de esta culpabilidad que la achacamos son también partícipes y cómplices quienes no la combaten con la fuerza necesaria y se muestran dóciles a su reinado. De nada vale, como hacen ahora responsables o miembros destacados del partido socialista o comunista lamentarse de las medidas que toma el Partido Popular, en educación, sanidad, cultura, etc que dicen favorecen a la Iglesia. A la Iglesia Católica como institución jerárquica se la debe combatir no solo en su superestructura, también en sus símbolos y prácticas cotidianas. Respetarla porque "el pueblo así lo quiere" vendría a ser como mantener y consentir la esclavitud porque los esclavos aceptan ese estatuto y creen que es de derecho sobrenatural, o que las mujeres han de estar sometidas al hombre porque es ley de vida, de tradición y de su propia constitución física. Quienes jalean Semanas Santas, romerías rocieras, milagros, misiones y caridades, fiestas patrias de santos, mártires, etc, quienes gustan de acompañar y exhibirse en actos institucionales junto a Papas, cardenales, obispos no se dan cuenta de que están apoyando a los mismos que luego exigen un estado cristiano a su servicio, privilegios de toda índole: es decir, se tornan colaboradores de los sucios intereses de esta lacra que nos azota durante siglos. En ningún momento nos referimos a credos, ideas, sino a hechos y organizaciones humanas que hacen del engaño y el fraude su virtud para detentar el poder. Es como si no apoyáramos a las mujeres perseguidas, lapidadas en Irán, Afganistán, otros países, o a la libertad de pensamiento, conciencia y expresión en ellos porque eso "ofende" al islamismo. O a los trabajadores chinos explotados por nuevas formas del capitalismo de Estado, porque eso podría ser considerado como anticomunismo.
La institución de la iglesia católica española como tal es intrínsecamente perversa y atentatoria contra el progreso, la civilización y una sociedad más libre, en la que el pensamiento pueda realizar una acción moral y ética entre sus habitantes y en la que la palabra y las ideas recuperen su auténtico significado y no continúen estando secuestradas por los poderes, sean estos políticos, económicos, militares o religiosos.

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